sábado, 28 de junio de 2014

Riesgos De La Bombilla De Ahorro

BOMBILLA DE AHORRO



Las bombillas fluorescentes, generalmente conocidas como "de bajo consumo", consiguen un gran ahorro pero les cuesta encenderse (tarda unos segundos en dar toda su luz), por lo que son adecuadas en lugares donde la luz está mucho tiempo encendida.

Investigadores de la UIS trabajan en el desarrollo de un prototipo que permita reutilizar el mercurio contenido en las lámparas y evitar que se libere el tóxico vapor. Provocan migrañas, vértigos, eccemas. Si se rompe una de estas lámparas, el polvo es altamente tóxico.

RIESGOS

La luz de estas bombillas (más intensa que la que emiten las lámparas de hilo convencionales) podría desencadenar migrañas y eccemas en personas con la piel fotosensible. Sin embargo, nada se advierte al consumidor en los embalajes de estas luces.

Este tipo de iluminación emite radiaciones electromagnéticas que, como es lógico, pueden llegar a alterar determinadas proteínas de la piel y producir así una reacción alérgica, lo que se llama foto sensibilidad.

En junio pasado Colombia cumplió un año de haber prohibido el uso y la comercialización de los bombillos incandescentes tradicionales (de 100 y 150W), que fueron utilizados por familias y empresas durante más de 100 años. Con la llegada de las lámparas fluorescentes (o bombillos ahorradores), la desaparición del mercado de las frágiles bombillas ‘Edison’ era inevitable: mientras éstas iluminaban entre 500 y 2.000 horas, las ahorradoras alcanzan a estar encendidos por más de 8.000, consumiendo una quinta parte de la potencia de las primeras.
Aunque el país lleva haciendo esta transición tecnológica por lo menos diez años, poco se ha hablado sobre los riesgos que puede traer, para la salud y el ambiente, el mal manejo de los residuos de las lámparas fluorescentes, que contienen mercurio en vapor, un metal altamente contaminante.
Las luces son seguras durante su vida útil, pero cuando se rompen o son tratadas como un residuo común (aplastado, comprimido y destruido), o eliminadas de manera inadecuada, liberan el vapor de mercurio al aire, agua y suelo, constituyendo un riesgo para la salud humana y el ambiente.
“Aproximadamente el 80 % del mercurio inhalado se retiene por el organismo. Una vez absorbido, se distribuye con facilidad por todo el cuerpo, hasta el cerebro, afectando directamente el sistema nervioso central. Su inhalación prolongada puede generar mareos, dificultad para respirar y hasta implicaciones mayores”, dice la investigadora y profesora de la Escuela de Química de la Universidad Industrial de Santander (UIS) Elena Stashenko, quien junto al también profesor Jairo René Martínez y un grupo de estudiantes, trabajan en la construcción de un prototipo que permita extraer el mercurio de estas lámparas para reutilizar lo en la construcción de otras bombillas o termómetros.
El poder contaminante de las lámparas inservibles, insisten los investigadores de la UIS, requiere acciones y campañas fuertes y de alto impacto que permitan a los colombianos informarse y crear conciencia sobre el tratamiento que debe dárseles a estos desechos, que es similar al que debe implementarse para la recolección de baterías (pilas) inservibles . “El prototipo que estamos desarrollando funcionaría en la última etapa de reincorporación del mercurio, pero al Gobierno le queda la tarea de poner en marcha un sistema de recolección y acopio similar al que poseen los desechos hospitalarios, la gente debe saber que tiene que tener cuidado”.

Sólo en marzo de este año el Ministerio de Ambiente lanzó una campaña para recolectar bombillos inservibles en más de 100 almacenes de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. Aunque este paso es importante, también deberá centrarse la atención en la construcción de infraestructura adecuada para tratar este tipo de desechos.

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